Vladimir Borovikovsky - Retrato de Maria Lopujiná


Vladimir Borovikovsky (1757-1825)
"Retrato de Maria Lopujiná"
Óleo/Lienzo - (72x53,5 cms)

¿Cómo no caer hechizado también con el retrato de "La Lopujiná"?. Generaciones de rusos afines o no a la pintura han rendido asombrada pleitesía a esta bella y efímera condesita, lejana pariente del Conde Tolstói, que posa levemente altanera en unos idealizados jardines de San Petersburgo.

María Ivanovna, se deja retratar combando ligeramente su cadera en armonía con las mieses y los abedules blancos que intentan integrarla en una Rusia aldeana y pastoril qué bien poco conoció. En la superficie del lienzo, complejísimas gradaciones cromáticas en azules y verdes se salpican con los lilas, armonizandose y confundiéndose en los trasvases de tono a tono.

María, presa hoy de almohadones, cajas de chocolates o pañoletas del inevitable —sí, también en Rusia— "merchandising", ejecuta en nuestro cuadro uno de los gestos más indescifrables del retrato ruso. A modo de una eslava "Gioconda" ofrece una imagen negligente y soñadora por la que sin embargo, parece cruzar una sombra, quizá esa que había apoderarse de ella 3 años después consumiéndola por tuberculosis.

Vladimir Borovikovsky, Padre pictórico de la criatura, hijo de imagineros de Mírgorod (Patria también de N. Gógol), se expresó estilísticamente con un sentimentalismo que le hizo triunfar a través de figuras de jóvenes aristócratas tocadas humildemente y portando simbólicas flores en sus manos. Las texturas veristas con las que remataba, sus retratos, la buscada "informalidad" de sus retratados, que les hace parecer como muy presentes y actuales, le supusieron el éxito y ocupar hoy un lugar destacado en los museos rusos.

Serafín Baldeón

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